—Así pues, la materialización, o consolidación corpórea (si se prefiere el término escolástico), de la presente vajilla no resulta de la armoniosa cooperación estructural de sus múltiples partes constituyentes. Al contrario, su materialización se manifiesta como el operador final en una compleja, arbitraria o, en el más amable de los casos, contingente cadena de actos violentos (i.e. un tercer sujeto operador estampa motu proprio la vajilla contra el suelo). Vajilla y violencia se Superponen, en definitiva y en lo que concierne a cuestiones fenomenológicas, como si de una misma pero irreconciliable o paradójica cosa se tratara. Obsérvese, finalmente, que ambos términos comienzan por la misma consonante, si bien no comparten el mismo fonema en extensión; sin duda, las interacciones lingüísticas no pueden (ni deben) interpretarse como meras casualidades, ni responden a fantasmagoría analítica. Vajilla y violencia, sin más y conjuntamente, son.
—¿Qué?
