—A ver, tal y como yo lo entiendo…
—Pagas tú la próxima.
—… O se les ha ido la pinza, o han sido torpes, torpes, torpes a la hora de gestionar su plan de trabajo, o les ha podido la vaguería, vamos. Pero it is done.
—Mm, mmm… ¿Cuánto ha sido entonces?
—Dos años y medio, a intervalos salteados. O sea, que han podido pasar meses sin que apenas miraran para el proyecto. Pero sí, de mayo de 2018 son las primeras versiones.
—¿Es esto relevante? ¿Entra en el examen?
—¿Relevante? Pseh… Quizá no para quienes observan desde fuera. Para ellos, sí: al fin y al cabo, hablamos de un retorno a la esfera pública tras más de cuatro años de parón.
—¿Y?
—Consideran que el cambio tras Minimal Tendencies, Anemone Fields es notable; el aprendizaje, significativo. Y en efecto, la exploración aquí de diferentes caminos estéticos se manifiesta como abandono, para empezar, del ruidismo informe de Synthetic Flux No. 1 y, segundo, de la obstinación minimalista del ya mencionado Minimal Tendencies, Anemone Fields.
—¿En favor de qué?
—¿Qué de qué?
—Que qué es lo que sustituye a eso que dices que abandonan.
—Ah. Cambio, variación, direccionalidad formal, delineación de múltiples secciones que conforman un complejo plano macroestructural. Todo bañado en color. Colorido, cual montaña de donuts.
—Podrán decir misa en lo que a diferentes caminos estéticos se refiere, pero tampoco hay duda de que ir de flipaos les mola: ¿”yuxtaposición entre elementos estilísticos propios del club y el rigor compositivo del clasicismo vienés”? LOL.
—En efectísimo.
—Y así les va, y así son: retrógrados, reaccionarios, si no carcas y plastas.
—El presente les aturulla. Lo mismo se puede decir de Kerban. Pide otra.
—¿Qué?